Luego de hallarse en la cima del mundo, John Harding está apunto de suicidarse tras sufrir una catástrofe familiar espantosa. Consumido por la desesperanza, conoce a un pequeño que posee una voluntad inquebrantable a pesar de su falta de habilidad.
A través de esta relación, John descubre la sabiduría de vivir, que él pensó perdida para siempre. El ángel número doce, como toda la amplía obra de Og Mandino, recuerda a todos que el espíritu de los hombres es siempre más grande que cualquier circunstancia; recuerda también que si la voluntad nunca se da por vencida, habrá más felicidad en el mundo.