La historia de una mujer intrepida y valiente que luchó por un mundo mejor.
Samantha Hargrave nació en Londres en 1860, en un barrio humilde. Desde muy pequeña se había sentido atraída por el tremendo universo del dolor físico y la esperanzadora posibilidad de su remedio. Así que, cuando creció, no tuvo duda sobre que quería ser.
Sin embargo, estudiar -y ejercer- la medicina durante el siglo XIX resultaba prácticamente imposible para una mujer. Por ello, se vio obligada a trasladarse a Estados Unidos, donde, no sin dificultades y humillaciones, logró su ansiado título. Con todo, el camino de su triunfo -la plenitud del amor, el reconocimiento profesional, la lucha por una medicina más humana- sería aún largo y costoso.