«El 10 de diciembre de 2009 me ingresaron en el hospital por un dolor abdominal. Tras varios exámenes, los médicos me diagnosticaron una pancreatitis. Sin embargo, estando aún en Urgencias, un dolor terrible se apoderó de mí de tal modo que perdí la conciencia. Una de las enfermeras intentó reanimarme sin éxito, por lo que se vio obligada a declarar el código azul, el máximo nivel de emergencia hospitalaria.
»De los frenéticos minutos que transcurrieron entre mi muerte y el momento en que los médicos lograron devolverme a la vida, sólo recuerdo que me fui quedando dormida, que luego desperté en el cielo y que estuve con Dios.»