En Delirio David Grossman, Man Booker International Prize 2017, aborda el tema del «enemigo» desde el punto de vista más íntimo: solo existimos si alguien nos mira, nos ama o nos odia, hasta el punto que estamos dispuestos a construir rivales con tal de sobrevivir.
La anécdota es simple: Elisheva, la esposa de Shaul, se ausenta de casa cada tarde para ir a nadar, o eso es lo que ella dice, pero su marido imagina cosas bien distintas: ve a su esposa con otro hombre, nota sus caricias, oye sus palabras, sabe -como todos los seres celosos creen saber- que con ese hombre Elisheva se atreverá a juegos que nunca ha experimentado con él. El delirio llega a tal punto que Shaul nos convence a todos de que el adulterio es real, y seguiremos a ese marido despechado en un viaje nocturno que supuestamente le llevará al escondrijo donde se refugian los amantes.
Quien le acompaña es su cuñada Esti: ella conduce, él está echado en el asiento trasero, y así, sin mirarse, cada cual cuenta su historia con esa soltura con la que a veces nos sinceramos con un viajero que casualmente comparte nuestro asiento en un tren. Al final, poco importa si de verdad este hombre desesperado encontrará a los amantes. La realidad pura y dura es lo de menos; lo que queda y cala hondo es el dolor de un ser humano que necesita de un rival para definirse a sí mismo y definir su mundo.