Ante la decadencia de valores éticos y morales, los avances de la corrupción institucionalizada, el crimen organizado, la desesperanza y la violencia en todas las formas: verbales, físicas, domésticas, psicológicas, sociales, callejeras, económicas y jurídicas, es necesario hacer un análisis, en este tercer milenio, de lo acontecido en el país, en la región y a nivel mundial. Estamos ante una crisis de valores que conlleva a una decadencia de los principios éticos y morales.
Es una obligación recuperar el respeto a la persona humana, poner en práctica la decencia, la educación, la honestidad, la responsabilidad, la empatía, la justicia, el amor y la paz; la ética y la moral para una convivencia pacífica, SOCIAL, HUMANA Y HUMANIZADORA.
Una sociedad se sostiene sobre los principios éticos que son los verdaderos pilares que sirven de base sólida para que el país ueda lograr el crecimiento y desarrollo armónico, social y cultural. La falta de ética y la inmoralidad de diferentes matices socavan los cimientos de una nación que se desmorona porque las bases se corroen y se vuelven endebles y débiles ante la corrupción generalizada.