En ocasiones el alma siente que ha encontrado una paz y una felicidad convincente practicando alguna religión, adoptando una filosofía o persiguiendo un ideal artístico o intelectual.
Pero siempre una avasallante inquietud viene a mostrar que aquella religión no es la adecuada o es insuficiente; que aquella filosofía teórica resulta un apoyo inútil; o aquel ideal que el creyente construyó durante muchos años, cae destrozado a sus pies en un instante.
¿No existe una manera de escapar de la pena y del dolor? ¿Acaso la felicidad, la prosperidad y una paz permanentes, son tan sólo sueños inalcanzables? Existe una manera -nos dice James Allen- en que el mal puede desterrarse para siempre.
Existe un proceso mediante el cual la enfermedad y la pobreza, así como cualquier situación o circunstancia adversa, pueden apartarse de nuestro lado para no regresar jamás.
Existe un método con el que puede asegurarse una prosperidad permanente, sin que regrese la adversidad. También existe una práctica con la que podemos alcanzar y compartir una continua e infinita paz y dicha.