No hay que olvidar que Lacan redujo el término de inconsciente de Freud. Dijo que lo conservaba porque era la tradición, pero el término de parlêtre sustituiría un día al de inconsciente. Para la interpretación, hay algo de este orden. Es un término tradicional. Se dice: son psicoanalistas, interpretan. Pero, evidentemente, nuestra práctica interpretativa va más allá, justamente cuando concierne al niño.
Hay que distinguirla del modelo texto codificado/texto esclarecido. De algún modo, entra en la interpretación todo lo que tiene valor de mensaje, o incluso de señal enviada. Lo que se espera es que uno de esos mensajes tenga un valor transformacional. La interpretación va de la señalización a la transformación. Estamos entre las dos.
¿A qué pulsión satisface la violencia, y especialmente en el niño? Arriesgaré una respuesta: la violencia es en sí misma la pulsión. No es el sustituto de una satisfacción pulsional. La violencia es la satisfacción de la pulsión de muerte. Destaquemos que, en el mito al que se refiere Freud, el adversario de Eros, el amor, no es el odio, sino la muerte, Tánatos. Es preciso aquí diferenciar violencia y odio. El odio está del mismo lado que el amor. El odio, como el amor, está del lado de Eros. Por eso Lacan considera justificado hablar de, odio enamoramiento. El amor, como el odio, son modos de expresión afectiva del Eros.
Jacques-Alain Miller