Verdadero estatuto de la libertad y de la dignidad del hombre, la Crítica de la razón práctica (Riga, 1788) no es solo una extraordinaria realización filosófica; es también una de las cumbres de la humanidad, uno de los instantes en que el ser humano se ha elevado a mal mayor altura, mediante el claro reconocimiento y la vigorosa afirmación de la soberanía del espíritu.
Tal es, en síntesis, esta gran obra kantiana, cuya influencia sobre todo el pensamiento filosófico posterior ha sido inmensa, y que planteó los problemas de la ética en un plano completamente nuevo, suscitando agudas discusiones entre formalistas y personalistas, entre idealistas y fenomenólogos.