Cuando somos conscientes de la reencarnación, nuestros errores en esta vida no son tan devastadores: desarrollamos un nivel de madurez espiritual que nos permite percibir que todo forma parte de un plan mayor diseñado para ayudarnos a cambiar y crecer. La muerte no es el final del juego, sino sólo una oportunidad para volver a hacer las cosas. No tenemos nada que temer. La vida continuará...