Dolorosa, sorprendente, cuestionada, la obra de Antonio Escobar Cantero, surge del caudal hereditario de la dramaturgia de Julio Correa y de la tradición casi olvidada de las viejas veladas paraguayas. Como el maestro, Escobar Cantero se sumerge en la lengua viva del pueblo y rescata sus angustias. Expone la tragedia de los sectores populares. Hombres y mujeres sojuzgados, rebeldes, fatalmente entregados al despótico poder político, envilecidos por la miseria y la exclusión o encendidos de pasión y rebeldía por la dignidad y la historia heroica de un pueblo que en permanente lucha, reivindica la dignidad humana. Escobar Cantero, hombre de derecho, es víctima también del sistema que lo entrampa y contradice. Su obra dramática emerge desde la vitalidad contradictoria de un régimen que censura y reprime y le dispensa al mismo tiempo la potestad de la administración de justicia. Ella trae al escenario la atormentada realidad de las persecuciones, de las inundaciones, de la intolerancia, de la pobreza y de las injusticias. Dura realidad que no cesa y prosigue azotando a la sociedad paraguaya. Sus obras aguardan todavía el debido estudio, la critica inteligente y los múltiples abordajes escénicos que permitan su conocimiento y difusión y la necesaria confrontación con el público de nuestros días. El teatro en guaraní tiene en Antonio Escobar Cantero a uno de sus mejores exponentes.
Moncho Azuaga