Celda 12, tal vez sea la primera novela donde el lenguaje cotidiano del paraguayo se asume con total libertad, sin ambigüedad ideológica ni rigidez burocrática. Moncho Azuaga otorga identidad social y autenticidad nacional a su obra, al recurrir a ese castellano paraguayo cotidiano, que tiene algo del esperpento y mucha picardía del guaraní criollizado. De acuerdo a las situaciones, facilita la percepción espontánea de los dramáticos hechos de violencia y los escases escapes hacia el humorismo popular. En la novela Celsa 12, la ficción más allá de su mera finalidad estética, para aterrizar en el aquí de la pesadilla de más de tres décadas de nuestro pueblo, con total sinceridad y sin perjuicio alguno para llamar las cosas por su nombre.