"El hombre mediocre" se publicó en Madrid en 1913. En la obra, Ingenieros sostiene la posibilidad de lo que se podría llamar un idealismo realista, fundado en la experiencia.
Ingenieros alega que su idealismo no es fantástico o "aéreo". Al contrario, se fundamenta en la objetiva realidad de la evolución del mundo. Los verdaderos ideales son determinados por el lógico proceso de la realidad. Mientras tanto, paradójicamente, reconoce que existen ideales equivocados o fallidos e ideales exitosos. Entonces, el idealismo de Ingenieros oscila entre el reconocimiento de la capacidad creadora del hombre y su habilidad para prever experiencias futuras.