Ética Protestante (1904), la gran obra de Max Weber, uno de los más influyentes sociólogos y economistas liberales de la historia, tenía o tiene como objetivo fundamental demostrar la influencia de la religión en los procesos económicos. El ensayo se caracteriza por vincular el rigor de las morales religiosas cristianas surgidas tras la Reforma del siglo XVI al desarrollo del capitalismo moderno. Asegura, así, que ese sistema económico está basado en la concepción del trabajo constante como razón estructural de la vida e impulsador del ánimo de lucro. Entiende que el protestantismo en general supone una organización racional del trabajo y de la actividad económica capitalista, todo ello enmarcado en una "ética racional de la existencia", que a su vez implica una moral y una ascesis del trabajo que exige la sistematización de la propia vida humana en torno a él (al trabajo)