Desde el hombre más elevado en dignidad hasta el más humilde y oscuro, todos tienen un mismo deber: el de corregir y mejorar su propio ser; esto es, el perfeccionamiento de sí mismo es la base fundamental de todo progreso y de todo desenvolvimiento moral. Tratar ligeramente lo que es principal, lo más importante, y tratar con seriedad lo que sólo es secundario es una manera de obrar que no hemos de seguir.
Confucio.