Esta es la historia de Villarrica de sesenta años atrás, relatada en combado verbo, como entonando y como solo los guaireños lo hacen con gracia natural. En cantarina nota, tan musical que despierta la natural hilaridad de los mismos paraguayos de otros parajes.
En estas páginas se notará que Villarrica mantiene su personalismo y libertad, su tradición cultural sin dejarse amilanar por incidentes pasajeros. Porque la cultura guaireña seguirá siempre elevada aportando lo suyo en las ciencias, las industrias, las artes, la política y, desde luego, en el magisterio, que permiten a la capital guaireña mantener sus rasgos esenciales verdaderamente luminosos.