La guerra es una obra de los hombres, sobre cuyos hombros se desploma el peso de las desgracias que ella conlleva. Y en una guerra total, tan desquiciada como en la que terminó convirtiéndose la Guerra Guazú, estas desgracias traspasaron las primeras líneas de batalla, fueron mucho más allá, se desparramaron sobre la retaguardia, sobre los pueblos, los campos, los humildes ranchos y la gente que los habitaban, la víctima última y más inocente de ella, fue la población civil, la cual se vio atrapada por fuerzas históricas más fuertes que ella, fuerzas que aplastaban cualquier iniciativa propia, cualquier posibilidad de acción, dejando a la población pasiva ante la marea de violencia que la terminó acosando.
Es en recuerdo de esas víctimas, muchas veces anónimas, que la Colección les quiere ofrecer a sus queridos lectores una visión de lo que pasaron nuestros ancestros en lo que duró la guerra internacional más sangrienta de la región. Nos encontraremos con actos miserables, con personas desalmadas, dolores que no encontraron justicia, sufrimientos absurdos y muertes vanas, pero también veremos a gente valiente, a personas que a través de los años y siglos, nos hacen llegar en su grito de reclamo, la sagrada enseñanza de que en medio de las mayores desgracias de la más profunda oscuridad, aún se puede encontrar lo más pura y valiente dignidad.