Este volumen pretende tocar otra fibra sensible de la historia, en este caso las batallas más sangrientas, esos caminos que se van trazando con sangre, sirviendo la contienda en platos separados para una digestión ligeramente más sostenible, a medida que el monstruo de la guerra avanza y nos confirma que Plauto tenía razón: El hombre es el lobo del hombre.