Todo en el universo responde a una danza bipolar: expansión y contracción, orden y caos, yin y yang, diástole y sístole.
Todo es energía, y basta observar cualquier fenómeno electromagnético para apreciar la ceremonia. Por dentro y por fuera de las aparentes dualidades, todo consiste en una forma sutil de complementación.
No hay que huir de los enigmas: es preciso navegar en ellos, dejarse poseer por ellos. Es una de las pocas maneras que existen para acceder a las llaves de la eternidad. Y por cierto, hay una sola cosa para entender: no nacimos para arrastrarnos, sino para elevarnos.
Este libro no es un manual sobre el arte de la introspección ni sobre experimentos alucinados, sino una crónica específica de numerosas aproximaciones vivenciales al nuevo mundo posible, que puede revelarse como un trampolín hacia la luz, hacia la 'vivencia cumbre'.