Pero Casemiro no quería fracasar. Tenía muchos sueños y nadie iba a arrebatárselos. Forjó su carácter y batalló mucho para lograrlos.
Ramón Martínez, responsable de las categorías inferiores del Real Madrid, apostó por su incorporación. Antes de ser aprobado por la exigente afición del Santiago Bernabéu, tuvo que sortear varios altibajos en su etapa en São Paulo. Superó una hepatitis y creció en medio de los obstáculos de un continente capaz de tragarse a sus mejores talentos o, por lo menos, de dificultarles la progresión hacia la cima.
Casemiro se hizo un nombre en el fútbol europeo en el Porto de Lopetegui. Con el tiempo, se ha consolidado como uno de los referentes del Madrid mientras se hace un hueco en la selección brasileña camino del Mundial de Rusia.