Mientras Dickens estuvo en Italia, viajando, conociendo y escribiendo, se fueron gestando las famosas narraciones de Navidad. Dickens disfrutaba de la Navidad, de aquellas tres acciones que Chesterton denomina «esa trinidad compuesta de comer, beber y rezar». Estas obras desarrollan reflexiones alrededor de la avaricia y de la caridad dentro de las paredes que sirven de refugio al frió invierno. Seguramente los lectores hayan tenido la oportunidad de ver las versiones televisadas de Los cuentos de Navidad.
El avaro Scrooge, transforma nuestros espíritus y nos hace sentir la Navidad. Lo más importante de estos cuentos no es el vuelco de la soberbia y avaricia de este personaje, sino la relación y la atmósfera que lo rodea. Charles Dickens nació en Landport (Portsmouth) en 1812. Inicia su carrera de escritor publicando por entregas una serie de Esbozos, y con Los papeles póstumos del club Pickwick obtiene fama y dinero.
Oliver Twist le sitúa en la cima de los autores de su tiempo. David Copperfield le convierte en el novelista más leído y conocido del gran público, y Almacén de antigüedades levanta oleadas de sentimentalismo y compasión ante las desventuras de una pobre huérfana. La pequeña Dorrit e Historia de dos ciudades, acabaron por consolidar su renombre. Dickens murió en Gads Hill (Rochester) en 1870.