Mientras Dickens estuvo en Italia, viajando, conociendo y escribiendo, se fueron gestando las famosas narraciones de Navidad. Dickens disfrutaba de la Navidad, de aquellas tres acciones que Chesterton denomina «esa trinidad compuesta de comer, beber y rezar».
Estas obras desarrollan reflexiones alrededor de la avaricia y de la caridad dentro de las paredes que sirven de refugio al frio invierno. Seguramente los lectores hayan tenido la oportunidad de ver las versiones televisadas de Los cuentos de Navidad. El avaro Scrooge, transforma nuestros espíritus y nos hace sentir la Navidad. Lo más importante de estos cuentos no es el vuelco de la soberbia y avaricia de este personaje, sino la relación y la atmósfera que lo rodea.