A menudo se escucha que el primer mandamiento de un directivo eficaz consiste en abstenerse a los hechos y que son éstos los que avalan el éxito de las estrategias: los hechos son lo objetivo, lo dado, lo fundamental.
Pero esto no es toda la verdad. Como argumenta el autor, a la alta dirección le convienen desarrollar el hábito de "vérselas cara a cara con la realidad", una realidad a veces ambigua y sobre todo repleta de claroscuros.
Cambiar o no cambiar: esa es la gestión reflexiona sobre la esencia de la función directiva, que entraña dirigir a las personas y su trabajo, y que supone enfrentarse diariamente con los cambios y encontrar el equilibrio entre la renovación constante y la estabilidad necesaria.