A los dieciocho años, Bitna llega a Seúl desde la zona rural de Corea de la que procede. El deslumbramiento por la ciudad contrasta con las penurias de vivir junto a una tía y una prima que le hacen la vida imposible, casi como en La Cenicienta.
Para poder huir, acepta la oferta de trabajo de un misterioso y atractivo librero: inventar historias para Salomé, una joven paralizada por una enfermedad incurable. Así asistimos, por ejemplo, a la historia del señor Cho, un antiguo policía que cría palomas mensajeras en la azotea de un edificio. En primavera, cuando sopla el viento, el anciano suelta a Dragón Negro y Diamante para que lleven mensajes a sus familiares que viven más allá de la frontera de Corea del Norte.
Poco a poco, Bitna ejerce un poder insospechado sobre Salomé, que se alimenta del relato de esas vidas ajenas. Hasta que un día descubre que una misteriosa figura la está espiando.