A la cosmovisión cientificista y materialista hereda del siglo pasado Rudolf Steiner contrapone, en los albores del siglo XX, una concepción auténticamente humanista: la Atroposofia. Su obra, luego, la eleva al nivel de una ciencia espiritual.
A partir de un conocimiento profundo del ser humano, da impulsos renovadores para la medicina, la pedagogía, la agricultura, el arte, la religión y otras esferas del quehacer humano. Responde a los eternos interrogantes del hombre: ¿Qué es la vida? ¿De dónde venimos al nacer? ¿A dónde vamos al morir? ¿Para qué sirve el dolor, la enfermedad? ¿Por qué es injusto el destino con determinadas perdonas