Cuando tomás conciencia, cuando podés reconocer con honestidad dónde estás parado, sin minimizar tus conflictos ni negarlos, el siguiente paso es hacer. Hacia afuera y hacia adentro. Es hacerte cargo. Es tomar decisiones. Porque la vida te pide moverte, te pide evolucionar y seguir aprendiendo. Te pide comprender, aceptar y desafiar tus miedos, todo lo que te tira hacia atrás y lo que no te deja avanzar. Darse cuenta es hacerse cargo. Te despertaste y te pusiste de pie, ahora tenés que animarte y saltar.
Que hoy te priorices. Sin culpa. Porque no es justo que siempre sientas que tus opiniones, tus necesidades y tus ganas son menos importantes que las de los demás. No es egoísmo, es amor propio.
Es un infierno vivir asociando lugares, palabras, nombres y canciones con lo que no pudo ser. Para sanarse hay que aprender a resignificar.
Me gustás tanto que te sé de memoria. En secreto. A escondidas. Hasta de vos.