«Borgesy Bioy me enseñaron no sólo a escribir y leer, sino también a mirar el mundo».
Antonio Muñoz Molina
No ha existido en la literatura en español una amistad literaria tan notable y fértil como la que mantuvieron a lo largo de cincuenta años dos de los escritores latinoamericanos más influyentes del siglo XX: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Cuando se conocieron, Borges era un autor de éxito, quince años
mayor que Bioy, un joven fascinado por el surrealismo. Éste fue el comienzo de una asociación excepcional en la que inicialmente Borges adoptó el papel de mentor, pero poco a poco empezó a darse un aprendizaje mutuo.
De esta colaboración surgieron una decena de títulos, entre los que seencuentranrelatos fantásticos y novelas policíacas. El primero de sus libros en común,Seis problemas para don Isidro Parodi, estáprotagonizado por un singular detective que resuelve casos sin moverse de la cárcel. Todas estas obras extraordinarias, creadas no por Borges ni por Bioy sino por «un tercer escritor» que aúna las mejores cualidades de ambos, y publicadas bajo los alias de Bustos Domecq y Suárez Lynch o por sus identidades reales, se reúnen ahora después de mucho tiempo en un único volumen prologado por Alan Pauls.