En el verano de 1990, los jóvenes habitantes de la Alemania socialista ven cómo el país donde nacieron se desvanece ante sus ojos. Cerca de una frontera que ha dejado de serlo, en una granja rodeada de bosques y ondulantes praderas, Maria vive en casa de la familia de Johannes, su novio. Los padres de éste la acogen como a una hija, aunque pronto queda claro que no está hecha para la dura vida del campo. A punto de cumplir los diecisiete años, delicada y soñadora, Maria ya ha visto suficiente dolor en su propia familia y prefiere retirarse en los maizales o junto al arroyo que bordea los prados para abstraerse sumergiéndose en las páginas de Dostoievski o Knut Hamsun.
Así, su vida transcurre apaciblemente hasta que conoce a Henner, un hombre de cuarenta años, solitario y enigmático, de trato arisco pero con un extraño poder de seducción. Una mirada, un simple roce, despiertan en ambos un deseo irrefrenable, una pasión casi atávica, cuya intensidad los arrastra a una situación insostenible en una pequeña comunidad rural marcada por décadas de intimidación y desconfianza.