Defenderse de una agresión injusta y no provocada sin poner límites a la reacción defensiva, no es demasiado difícil, las técnicas de Judo, Karate, Aikido, Jiu Jitsu, Taekwondo, etc. revisten suficiente eficacia, cuando no excesiva, para cumplir ese fin, tanto que el budoka puede entrar en el terreno de la desproporción y ser castigado por la Ley.
Aunque el verdadero objetivo de estas disciplinas (Judo, Karate, Aikido, Jiu-Jitsu, Taekwondo, etc.) no es convertir al adepto en un especialista de la defensa personal, inevitablemente le inclinan a servirse de ellas, tal como las practica en el dojo, si se encuentra frente a un provocador.
Uno de los principios más nobles que encontramos en el Aikido de Ueshiba es el que nos invita a prepararnos para resolver cualquier tipo de conflicto sin recurrir a la violencia, e incluso si ésta es inevitable, ser capaces de impedir herir sin herir. Pero la realidad es que tal propósito no es fácil de alcanzar si seguimos entrenando como es habitual en la mayoría de los dojos, porque sin darnos cuenta alimentamos una contradicción permanente entre los principios éticos del Aikido y las formas de repeler a un eventual atacante, ya que las técnicas se basan en el modo de comportarse ante múltiples y diferentes ataques, y un observador ajeno y objetivo no podría reconocer en ellas el objetivo de impedir herir sin herir...