No siento el asfalto helado bajo mi cuerpo ni la nieve que me cae encima. Sólo noto el agujero que me desgarra el pecho. Me arrodillo desesperado viendo cómo Zed arranca el coche y sale del aparcamiento con Tessa en el asiento del acompañante. Una historia que nadie quiere que acabe y todo el mundo quiere vivir.